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1 mar 2012

MIEDO A SOÑARLE…


  

  Estoy en la penumbra de mi habitación, quisiera  dormir, pero siento un miedo atroz a mis sueños.

  Cada noche sucede lo mismo, pero esta noche es distinta.  
  
   ¡Hoy se cumple un año de haberle perdido!

  Aún siento el calor de su cuerpo a mi lado, a mi espalda, con sus brazos acunándome como lo hacía siempre, induciéndome a entrar en la somnolencia que da el sentirse protegida y amada.

  Hoy se cumple un año y no puedo conciliar el sueño sin que él traspase esa barrera y se acerque. Temo soñarle una vez más. Sin embargo mis párpados cansados se cierran y logro sumergirme en las sombras.

  Pasa algo de tiempo... no lo sé, no puedo interrumpir lo que se que está al llegar. Siento el ruido de la puerta cuando se cierra. Sus pasos sigilosos sobre el parquet. Sé que es él. Lo presiento y quiero despertar. Me duele el pecho, como si un cuchillo me atravesara el corazón. Es un dolor indescriptible, de impotencia ante lo inevitable.

  No puedo despertar ni alejarle de mi inconsciencia. Mis miedos me paralizan.
Esta oscuridad me hace más vulnerable. Me vuelvo etérea, me incorporo y le busco en la penumbra, siento el olor de su colonia preferida. En estos instantes una oleada de tibia ternura me llega y alivia mi alma adolorida, pero no le veo el rostro, es como si se ocultara tras una niebla. Es la niebla de lo desconocido.

   ¡ Cuánto desearía verle una vez más! Sin embargo, el miedo me paraliza. Sería como ver el rostro de la muerte.

  Prefiero tenerle en mi memoria. Prefiero ver su rostro, el de mis fotos tomadas en tantos lugares, sonriente, alegre, viviendo nuestro amor.

  Con mis recuerdos de antaño trataba de alejar el miedo, pero él seguía allí, en la neblina de mi sueño. Seguía frente a mí, lo intuía. Se comunicaba a través de su olor corporal y su ternura. Me pedía que no le temiera, que le abrazara, que nada podía cambiar nuestro amor, que todo estaba bien.

  Me demostraba que su forma de ser y de entregarse no había terminado con su muerte, que ésta ternura seguiría hasta en mis sueños, que no le temiera a lo desconocido, que eliminara mis miedos. 

  Al despertar, mis ojos estaban inundados de llanto, sin embargo una dicha inexplicable llenaba mi corazón.

   Sé que un día desaparecerá de una vez y para siempre de mis sueños, para ese entonces estaré preparada, mis miedos no existirán. Aprenderé que lo que nos prometemos en vida dura hasta después de la muerte.

  ¡Cuántas veces prometemos en vida!

  Yo en esta noche atravesé la oscuridad y la neblina, vencí mis miedos a lo desconocido para jurarle que le recordaría siempre, que trataría de ser feliz, que seguiría mi vida, la que Dios me trazó, pero que a pesar del rumbo que tomara, nunca, nunca lo olvidaría.

   Y sé que lo cumpliré. Este sueño me hizo perder mis miedos porque su muerte me hizo ver la vida tal y como es : Un pedazo finito de un algo inexistente, vacío e insondable. Y tenemos que aceptarlo porque es nuestra vida.
   
   Me hizo ver que la  entrada al mundo espiritual no es tan tétrico como lo imaginamos, es cierto que debemos pasar por un túnel o espacio de oscuridad pero al final encontramos la luz y con ella la paz de nuestra alma, ya muy lejos de nuestro cuerpo, muy lejos de dolores o preocupaciones. Eso es lo que quiero creer.

¡ El estará bien! Hoy duermo tranquila.


¡Al  fín pude vencer el miedo a soñarle! 

ESCUCHARLE CON ATENCION
 




* Muchas de las imágenes que ven en este blog son tomadas de Internet. Si alguna de ellas está protegida por Derecho de Autor, por favor comuníquemelo y las quitaré inmediatamente.” Gracias.
 

 
   


 
   

2 comentarios:

  1. Muy emotivo tu relato! Saludos! (Dolly Gerasol)

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    Respuestas
    1. Lo siento mucho,la ausencia,ese espacio que nunca mas se va ocupar es dificil de asumir,un relato lleno de sentimiento,un placer leerte,un abrazo.J.R.

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